Por: Jose Delance
Paterson, NJ.-Los miembros de la Cámara de Cuentas de la República Dominicana, cuyo organismo se encuentra en el proceso de escogencia de sus nuevos integrantes, está conminado en la muestra de un informe de las operatividades realizadas durante su gestión, debido a los cuestionamientos que se han suscitado por los escándalos de corrupción administrativa de los gobiernos pasados.
Los actuales incumbentes, algunos de los cuales pretenden ser seleccionados dentro de las ternas de aspirantes que intentan formar parte del Pleno de dicha Cámara de Cuentas, tienen que rendir cuentas sobre su accionar como integrantes de esta institución, antes de que se vayan o después que se hayan ido; entendidos en que las cuentas claras conservan el ámbito de su integridad y no crea malestares ante la opinión pública como se ha venido dando.
Está en juego la credibilidad del organismo como tal, el cual ha sido vulnerado con los escándalos sobre ciertas investigaciones que han sido realizadas, pero sus miembros deben recobrar la creencia y el respeto que debe tener y que merece esta entidad; con la finalidad de fortalecer el recorrido que amerita el ámbito institucional en el Estado.
La selección de los nuevos miembros de este órgano superior que está llamado a mantener el control externo de los recursos públicos y que se rige por su gran poder sobre las instituciones que manejan los recursos estatales, tiene en su haber un gran reto para hacer valer sus condiciones. Además de ser un vigilante y observador del buen uso del patrimonio de la Nación, dicho órgano está amparado sobre la Ley 10-04, donde se encuentra establecido como el estamento de una herramienta moderna y poderosa, el cual debe seguir un estilo transparente, ágil, eficaz.
El marco legal de la Cámara de Cuentas le confiere a la entidad atribuciones que llegan a todas las instituciones que están vinculadas de un modo u otro al Estado Dominicano con la incidencia en el quehacer público; ajustadas al proceso en que se encuentra en marcha la reforma y modernización de las instituciones que conforman al estado, en procura de que las mismas puedan ser más dinámicas y que desarrollen una labor con mayor eficiencia.
Debemos entender que en los actuales momentos la Cámara de Cuentas, debido a las funciones que ha estado desarrollando en el plano de la corrupción a que se le atribuye, ha sido parodiadamente denominada como la “Cámara de Cuentos”, por el accionar de sus funcionarios y la labor para la cual se les ha conferido tomar decisiones; sin embargo, al parecer, el contubernio gubernamental de las gestiones pasadas y la corruptela existente, ha permeado todos los estamentos del estado, del cual ésta no escapa pues no es la excepción.
Las auditorias selectivas y amañadas, los maquillajes de estados financieros auditados, contumelia y otros manejos oscuros para beneficiar funcionarios de instituciones cuyas investigaciones realizadas han arrojado resultados de acciones turbias que involucran actos de corrupción en diferentes niveles, para hacer mención de algunos casos conocidos por la opinión pública, ha de llamar poderosamente la atención de los que componen la “Cámara de Cuentos”; por lo que de una manera clara y precisa, aunque no sea ampliamente en todo su contexto, los miembros que están y aún después que no estén, de su fungida gestión, deberán de rendir Cuentas.